El keratáfilo es alguien a quien le gustan los cuernos, ya sea ponerlos, recibirlos o disfrutarlos "desde la barrera". Los ponen el cónyuge infiel y su amante; los recibe el cónyuge a quien se le es infiel; los disfruta "desde la barrera" el voyeurista que, de manera directa o indirecta, es testigo complacido de la infidelidad.
De poetas, locos y keratáfilos todos tenemos un poco. Sin embargo, socialmente es mal visto declararse keratáfilo, en razón de que la infidelidad atenta contra la monogamia, recurso para mantener "cierto orden" social. No obstante, conforme la sociedad evoluciona van cambiando muchas formas de pensamiento y ésta no es la excepción. Queda claro que la represión sexual se va acumulando con el tiempo, hasta que llega el momento en el que explota, dando lugar a la liberación de energía que se traduce a veces en la aceptación de prácticas sexuales antes reprimidas y condenadas.
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